El éxito o fracaso de un producto puede estar determinado por la forma de presentarlo.
Hay que realizar un diseño atractivo y coherente que resalte los valores positivos del mismo.
Un buen diseño, atrae la atención, aumenta la capacidad de seducción y el interés, y por lo tanto la intención de compra.
El packaging añade valor y aumenta la calidad del producto, lo que lleva al consumidor a estar dispuesto a pagar más por el mismo.
Genera atención sobre el producto y comunica sus características y todo lo que aporta a quien adquiera el mismo.
Los packagings innovadores pueden construir importantes barreras de entrada en los mercados y retrasar o reducir su posible neutralización por semejanza.
Un buen packaging hará que los consumidores identifiquen rápidamente el producto y lo relacione con valores positivos, reduciendo así el uso de productos alternativos.
En productos con una fuerte estacionalidad, como el helado, la introducción de un nuevo diseño puede conectar emocionalmente con los clientes y generar mayor empatía.